Seguimos de la mano de Vueling buscando los mejores chiringuitos o restaurantes en primera linea de mar. Tras el paso por Mallorca nos vamos a Lanzarote y Fuerteventura, en esta ocasión también con la colaboración de Turismo de Canarias.

Gracias a su participación, en septiembre visitaremos el resto de islas, así que agradecemos más recomendaciones.

Siguiendo los consejos de Javier Suárez, de locosporlagastronomia.com, pusimos rumbo a la playa de Famara. Directamente del aeropuerto, pasando por los paisajes lunares de Lanzarote, hasta llegar hasta uno de los más impresionantes.

Si habéis visto Interestellar recordaréis el planeta de Miller, orbitando Gargantua. El Risco de Famara es como una de las olas gigantes que agitaban el planeta. Comer mientras disfrutas de las visitas del Atlántico del Norte y de La Graciosa es todo un lujo.

En estos entornos, muchos restauradores consideran que lo tiene todo hecho. Como son zonas muy atractivas, la gente se acerca y, una vez allí, son cautivos de los restaurantes que hay. Si la oferta no es buena en ninguno, se reparten a los clientes que van llegando.

Afortunadamente, no es la filosofía del Restaurante El Risco. Su apuesta es más gastronómica, con algunas concesiones a las técnicas de moda, pero con un protagonismo absoluto de la gastronomía local.

Las terrazas frente al mar siempre dejan buenas sensaciones, pero cuando sopla el viento, se está mejor dentro. Los grandes ventanales de El Risco permiten seguir disfrutando del espectáculo.

En seguida llega el pan acompañado de los omnipresentes mojo verde y rojo. Ambos ricos, fuertes, sin concesiones a los paladares más finos.

Empezamos con una ensalada de tomates de la isla con queso, servidos con unos brotes, algo de mezclum y, más interesante, piñones y fresas frescas. Un tomate duro, de piel suave y un queso cremoso muy rico con las fresas, dulces y ácidas. Estaría bien que el aceite de oliva virgen extra también fuese local.

Seguimos con ropa vieja. Un guiso clásico, con garbanzos, con el toque especial que le da el pulpo. Un mar y montaña típico de la isla. Untoso, intenso, casi nos podríamos haber plantado. Es lo que tiene querer probar más de dos platos.
A veces me planteo descripciones algo más literarias. Podría decir que cada cucharada es como darle un bocado a la isla. O que es como una pieza de jazz, con un swing especial. Me resultan cursis. Algo empalagosas. Así que lo evito.

La carta es larga, pescados y carnes, pero somos mucho de arroz, así que pedimos uno negro de chipirones y crema de algas. Servido con gambas, limpias y abiertas, y unas tostadas finas.

Nos sorprendió mucho, especialmente la textura, cremosa. Era sabroso, con un curioso punto dulce, incluso antes de abusar del allioli con piña. El grano, suelto, en su punto, bastante grande.

Una espera más intensidad de un arroz así. En muchos restaurantes lo consiguen a base de sal. No era el caso. Un arroz muy equilibrado.

De postre, un cremoso de papaya y yogur de leche de cabra. Muy goloso, con un chocolate crujiente de punto amargo que le iba muy bien. Un buen final.

La idea es seguir buscando chiringuitos de pies en la arena. En su ausencia, también nos interesan los restaurantes en primera línea de mar.

Está costando mucho encontrar información al respecto. Muchos no abren hasta la noche de San Juan y pocos tienen página web. Ya sabéis, las sugerencias son bienvenidas.

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