¡Hola! Si algo no soy es ludita. Como muestra Hans Rosling en este vídeo, el progreso global en los últimos 200 años es más que evidente. Y ese progreso se lo debemos a la tecnología que hemos sido capaces de desarrollar.

Soy consciente de que los avances tecnológicos relacionados con la alimentación hacen que más gente coma mejor. Sin embargo, soy un gran defensor de lo que hoy conocemos como cocina tradicional. Por definirla mejor, me quedo con la dieta mediterránea, entendida como una serie de productos básicos, una manera de prepararlos y un momento concreto para consumirlos.

Asumo que los avances tecnológicos, y los cambios sociales asociados a ellos, acabarán inevitablemente con la dieta mediterránea. En conjunto, es más eficiente utilizar alimentos procesados. Para que se entienda, es más eficiente que un gigante de la industria alimentaria tenga plantaciones enormes de tomates y haga con ellos salsa, que vayamos a un mercado con producto de cercanía, compremos unos tomates frescos a un agricultor y nos hagamos nosotros mismos la salsa. Nos resulta más caro por el precio del producto y por el tiempo que necesitamos. Si pensamos en el conjunto de la humanidad, habrá más salsa de tomate para todos si se produce con un modelo industrial.

Y, a pesar de todo, creo que no es progreso todo lo que reluce. Por mucha malinterpretación de la mano invisible de Adam Smith que se haga, las grandes corporaciones han demostrado una y otra vez que no son de fiar. Son más eficientes en la gestión de recursos pero, como es lógico, miran por los intereses de sus accionistas y sólo pueden impulsar el progreso si se rigen por unas normas determinadas.

Los políticos son los responsables de ese control, desarrollando la legislación necesaria y asegurándose de su complimiento. Es cierto que los ciudadanos debemos presionar a los políticos para que legislen en función del interés general, pero la fuerza que tenemos es limitada.

Esta no es una teoría de la conspiración. No hay más que leer las noticias que aparecen regularmente relacionadas con uno de los gigantes de la alimentación. El diablo corporativo. El mal. Monsanto.

En Avaaz, la petición Monsanto vs. la Madre Tierra, lleva más de un millón y medio de firmas recogidas. En ella se puede leer: Estas codiciosas empresas de biotecnología han encontrado la manera de obtener el control exclusivo sobre las semillas de la vida — la fuente de nuestro alimento. Están intentando patentar variedades de las frutas y verduras que comemos cada día, como el brócoli, los melones o los pepinos, prácticamente obligando a agricultores de todo el mundo a comprar sus semillas, bajo la amenaza de ser demandados si se niegan.

Si no controlamos a gigantes como estos, no tendrá consecuencias negativas en el futuro. Ya hace algún tiempo que las tiene. En este gif animado podéis ver el avance de la obesidad en EEUU en los últimos 25 años.

Evidentemente, es mucho más eficiente dejar que nos hagan el queso fresco. Además de que lo hacen mucho mejor. Tenemos artesanales tremendos. Pero siempre es interesante probar. Espero vuestros comentarios para mejorarlo. Abrazos.

Queso fresco casero

450QUESOFRESCOIngredientes

  • 1,5 l de leche fresca pasteurizada
  • 1,5 g de cloruro de calcio
  • 1 yogur blanco
  • 5 gotas de cuajo
  • Agua
  • Sal

Instrucciones

  1. En un cazo de acero inoxidable ponemos la leche con el cloruro de calcio, que mezclamos previamente con un poco de la leche antes de añadirlo.
  2. Cuando la leche alcanza los 20ºC, añadimos el yogur y vamos removiendo hasta que llega a los 35ºC.
  3. En ese momento añadimos el cuajo, removemos bien, apagamos el fuego y paramos la leche para que cuaje. Tardará una meda hora.
  4. Una vez haya cuajado, con las varillas lo removemos bien.
  5. Sobre un colador ponemos una gasa o un trapo de algodón, que es poroso, bien limpio. Volcamos la mezcla y lo dejamos escurrir.
  6. Pasados unos minutos, formamos una bola con ayuda de la gasa o el trapo, atamos las esquinas para ejercer presión y lo dejamos colgando o en el grifo de la cocina, que tiene altura, o en una de las estanterías de la nevera, poniendo un cuenco debajo para recoger el suero que va soltando. Lo dejamos una hora.
  7. Mientras preparamos la salmuera con un par de litros de agua y dos cucharadas soperas de sal. La disolvemos removiendo bien y lo guardamos en la nevera.
  8. Deshacemos los nudos y ponemos el queso en la salmuera durante media hora. Y ya se puede comer.

 

Tiempo de preparación: 30 minuto(s)
Tiempo de cocción: 20 minuto(s)
Número de comensales: 4

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